Los puntos de vigilancia o atalayas son difíciles de localizar pues semejan, a menudo, grietas naturales del terreno. Controlan ciertas entradas de ramblas y caminos forzosos. Construidas sobre paredes acantiladas, el acceso se haría por medio de elementos que garantizaran la protección como cuerdas, pozos verticales, túneles o pasarelas de madera. Un ejemplo de estas atalayas lo encontramos en Cerro Branco (Beas), dispuesto en dos niveles con una altura total de 11,60 metros, dotado de una pequeña sala de guarda, un banco y un matacán protegiendo la chimenea de acceso. Aunque éste no tiene mirilla lo normal es encontrarla de forma que permitía controlar el territorio circundante sin ser vistos. Generalmente suelen tener otra abertura al exterior más importante donde suelen encontrarse huellas de fuego, evidencia fosilizada del sistema de aviso o señalización de peligro. Estaban concebidas para que las pudiera defender una sola persona.

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