El conjunto de la cueva-refugio de Tía Micaela es una de las muestras más antiguas de este tipo de cavidades conservadas en el contexto de la hoya de Guadix y el valle del Alhama. Parece consensuado que su origen se data a finales del siglo X o principios del XI, presentando posteriores ocupaciones de grupos almohades y nazaríes. A finales del siglo XIV la cueva-refugio es definitivamente abandonada.

La cueva se localiza en un acantilado situado a 800 metros al norte del núcleo urbano de Cortes y del conjunto de los Covarrones. En un entorno de vega, corresponde a una tipología de cueva-refugio, a la que se asocian cuevas anexas complementarias, destinadas a otras tareas agropecuarias (cuadras y establos).

La fisonomía exterior de Tía Micaela está muy alterada con respecto de la original. El acantilado presenta un derrumbe que muestra la distribución en altura de la estructura mediante amplias oquedades, originariamente no perceptibles desde el exterior. En el frente se abre una plataforma mucho más amplia y extensa de lo que tuvo que ser inicialmente. No obstante, aún puede leerse in situ la nómina de elementos defensivos empleados: un pozo frente a la puerta, la estrechez del vano de acceso, las huellas sobre la roca de los elementos de cierre, etc… Igualmente probables restos de un ataque con fuego.

En el interior presenta tres niveles, progresivamente de menor extensión y más angostos. En el inferior se encuentra el área de almacenamiento –silos excavadosy los espacios destinados al ganado. Los superiores están pensados para la defensa: empinada escalera en recodo con diferentes sistemas de cierre, acceso al matacán, túneles en tubo, buharda para ataques por sorpresa. Todo ello caracterizado por una anchura muy reducida y la baja altura, por lo que el tránsito es muy complicado y dificultoso –en los espacios de los niveles superiores no pueden permanecer a la vez más de dos personas y siempre en cuclillas. En los niveles superiores, el derrumbe del frontal del acantilado deja abiertas grandes oquedades que se abren francas hacia la plataforma que antecede al acceso a la cueva. En las paredes del interior se practican múltiples agujeros y oquedades destinadas a diversos usos: albergar candiles de iluminación –de los que aún se conservan restos de aceite-, enclavamientos de goznes para las puertas y los cerramientos, pesebres, elementos para atar al ganado, depósitos para grano y otros productos, dos profundos silos – en la excavación de uno de ellos se encontraron los restos de un individuo muerto por causas violentas y los de dos perros.

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