Es un edificio de sobria fábrica construido en distintas fases. Tras la reconquista sirvió como templo la mezquita, sustituida por una iglesia muy modesta de nueva planta a mediados del siglo XVI, la cual se corresponde con la nave central actual. En la década de 1620-1630 se rehizo la armadura que, en lo fundamental, es la que hoy se conserva. Ya en el siglo XVIII se añadieron la capilla mayor, cubierta por una cúpula sobre pechinas, y la torre, realizada por el albañil Pedro Villegas, entre 1781 y 1785; del mismo siglo es la sacristía y la capilla bautismal. La fábrica de la iglesia es la habitual de ladrillo y cajones, toda enlucida para unificar las distintas estructuras. La torre destaca por su esbeltez y en ella la ventana principal se adorna con unas pilastras que arrancan de unas bolas que parecen figurar unos rostros bigotudos. En realidad, la huella de la tradición mudéjar apenas es perceptible sino es en la armadura con sencillo apeinazado que cubre la nave. El retablo mayor es barroco, del siglo XVIII, presidido por un gran lienzo de la Inmaculada; hay otro lateral, parcialmente conservado, del mismo tiempo. De las muchas imágenes que adornan sus altares destacan por su antigüedad el Santo Entierro, San Lucas y la Virgen del Rosario.