Está situado al este de la actual localidad, en una plataforma inclinada que forma un meandro del río de Jérez. El cerro tiene forma triangular y el castillo se extiende desde la base, organizada en varios recintos y abancalando el terreno a diferentes alturas.
El recinto más alto tiene forma triangular; en dos de sus lados la escarpada roca actúa de defensa natural a pesar de lo cual hay una importante muralla perimetral, en la que son visibles restos de cinco torres, y adosado a ella un pequeño aljibe de planta trapezoidal. El segundo nivel es una terraza cerrada por otra muralla en la que también se ven restos de tapial y mampostería. Más abajo, aparece uno de los elementos más interesantes de toda la fortificación: se trata de una canalización de mortero de cal, en parte excavada también en la roca que discurre junto al camino empedrado de acceso. Ambos rodean todo el peñón desde el oeste, salvando incluso dos desniveles mediante muros de piedra.
Es ahí, en la entrada de la acequia, donde debía estar situada la puerta de acceso al castillo. Desde este punto hasta el río pueden observarse algunos restos más en el perímetro del recinto. En la más baja de estas terrazas hay un gran agujero en el suelo, seguramente un pozo que capta la capa freática del cercano río a modo de coracha, para poder coger agua en caso de asedio.
El sistema defensivo se complementa con tres torres más altas que el castillo, encerrado en el valle, y que le permiten tener visibilidad. Dos están en el lado este y una en el oeste, dentro del pueblo.
Por la cerámica hallada, la construcción debe de fecharse en época almohade (s. XIII) y se abandona en el ocaso del reino nazarí.