La Alcazaba de Guadix, una de las más importantes del reino nazarí de Granada, se alza en la zona más elevada de la medina islámica, en el ángulo noroeste del recinto amurallado que rodea la ciudad. Para algunos autores, su origen podría remontarse al siglo VIII aunque según Gómez Moreno la estructura actual es del siglo XIII. Adosada al tramo sur de las murallas que rodeaban toda la ciudad, tiene una superficie algo superior a una hectárea y un perímetro de 400 m. En su momento de mayor esplendor, la alcazaba ocupaba casi el doble de la extensión que hoy tiene, ya que en el siglo XVI se cegaron sus fosos, destruyéndose también todo el complejo palaciego que albergaba la alcazaba en su interior.
Su estructura es muy simple, constituyendo un perfecto ejemplo de arquitectura militar islámica edificada en tapial y con un característico color anaranjado semejante al de las fortalezas musulmanas del Norte de África. La fortaleza se distribuye en tres recintos: uno central y dos externos que envuelven a éste. El espacio central se encuentra fuertemente fortificado con un sistema de tres torres, dos de las cuales se encuentran conectadas entre sí por un adarve almenado, y una gran torre del homenaje. Rodeando por el sur este núcleo encontramos un segundo recinto que disponía de otras tres torres para su defensa. Por el contrario, la muralla norte del tercero de los espacios carecía de bastiones al tratarse de un simple muro de separación entre la alcazaba y la medina.
Tras la reconquista el castillo fue ocupado por las autoridades militares cristianas, uno de cuyos alcaides a finales del siglo XV fue don Fernando de Mendoza. A principios del siglo XVI, la corona segregó parte de la superficie que ocupaba la alcazaba a favor de los Pérez de Barradas, que construirían aquí su palacio. A pesar de reducirse el espacio, la alcazaba siempre mantuvo de forma más o menos continuada un uso militar hasta bien entrado el siglo XIX.