Está ubicado en el cerro del Castillo, al suroeste de la población, entre los barrancos del Pueblo y de los Molinillos. Se trata de un castillo de pequeñas proporciones, situado en la parte más prominente del cerro, asociado a un poblamiento más amplio que ocupa toda la cima. Es esta una plataforma alargada organizada sobre un eje este-oeste.
El castillo está construido directamente sobre la roca, adaptándose a la orografía y utilizando esta al mismo tiempo como defensa, pero con una forma ligeramente rectangular. Conserva prácticamente todo su perímetro, aunque es en la zona oeste y sur donde se encuentran los vestigios más importantes.
La construcción es de mampostería de lajas a piedra seca o tomada con tierra y, puntualmente, de tapial. Los lados norte y este los forman pequeños muros irregulares adaptados al terreno sin necesidad de mayor defensa. En el sur encontramos tres torres y la entrada en recodo. El lado oeste, más corto, conserva dos torres en las esquinas unidas por una muralla. Junto a ésta se encuentra el aljibe, de una sola nave de 5,7 m por 2,9 m, excavado en la roca y revestido con muros de hormigón y cubierta con una bóveda de cañón de mampostería de lajas, de la que sólo se conserva los arranques. En su interior aún pueden apreciarse grafitos incisos en el enlucido interior: se trata de cruces con peana realizadas tras la conquista igual que en los aljibes de otras muchas fortificaciones del reino de Granada.
Justo debajo de la roca, al este, podría haber existido otro pequeño recinto amurallado. Allí hay con toda seguridad otro aljibe del que solo es visible una pequeña parte de sus muros de hormigón.
Por debajo del promontorio del castillo, hacia el norte, y en la cima del cerro, hacia el este, aparecen dispersos restos de estructuras de habitación pertenecientes al poblado. La cerámica es abundante y señala dos momentos de ocupación bien diferenciados: uno altomedieval, entre los siglos VIII-X y otro almohade y de comienzos de época nazarí (ss. XII y XIII).