El yacimiento se ubica junto al curso del río Fardes en una posición elevada sobre el circundante terreno cultivable. Su estado de conservación se encuentra muy alterado por la erosión natural propia de los badlands, a la que se suma la existencia de abancalamientos para cultivos así como la construcción en la parte superior de la unidad geomorfológica de distintos edificios; asimismo, ha sido objeto de diversas expoliaciones, que han puesto de manifiesto diversas estructuras visibles en superficie.
El material arqueológico documentado constata una ocupación prehistórica mediante un fragmento amorfo de cerámica a mano con decoración incisa puntillada de imprecisa adscripción cronológica. A la ocupación romana se adscriben diversos restos de cultura material, tales como una pesa de telar, cerámica ibérica pintada y de sigillata sudgálica, que permiten fijar el inicio de la ocupación del asentamiento en la primera mitad del s. I d. C.
En la superficie son visibles tres muros paralelos asociados a restos de opus signinum. Vinculados al asentamiento, se encuentran en la zona suroriental del cerro restos de una necrópolis romana, cuyas tumbas corresponden al tipo conformado por cubierta de tégulas dispuestas a dos aguas.