La plaza de las Palomas o de la Constitución es uno de los entornos con mayor carácter mudéjar en las primeras décadas del siglo XVI. Dicha plaza, en la Edad Media islámica tuvo un funcionamiento principalmente mercantil, pero tras la conquista lo fue perdiendo hasta convertirse en centro fundamentalmente administrativo y de representación política. Además del Ayuntamiento y Corregimiento, se fueron levantando en sus inmediaciones la cárcel, el pósito y otros edificios de dependencia municipal (arquitectura edilicia), como carnicerías, matadero, pescadería, alhóndigas o el fiel de la balanza. También se implantan algunas tiendas y negocios, aunque menos que en la época medieval, y, por supuesto, la picota para los ajusticiamientos públicos. Desde muy pronto, y al modo de las principales ciudades castellanas, se le quiso dar carácter y configuración de plaza mayor porticada, distribuyendo tiendas a las que se les obligaba a habilitar delante unos portales con arcos y pilares de ladrillo, a cambio de gozar de algunos privilegios. Algunas torres de la muralla que corría por su costado izquierdo sirvieron para alojamiento de algunas de estas nuevas instalaciones.
La imagen de Guadix en ese momento debió ser ciertamente la de una ciudad castellana medieval y los edificios reseñados se enmarcaban en la tradición mudéjar, sin más pretensiones de calidad arquitectónica ni aristocrática, salvo el Ayuntamiento y el Corregimiento, los cuales, uno frente al otro, representaban los valores más claros de los nuevos dominadores. Ambos contaban con balconadas y galerías a lo clásico (anterior el del Ayuntamiento que el del Corregimiento, que se terminó en 1606), pero en las estructuras interiores de nuevo recurrían a la obra de albañilería y techumbres de madera como soluciones de funcionalidad y conveniencia constructiva; sin mayor ostentación, pero con dignidad. Luego vino el intento de regularizar y monumentalizar la plaza con la construcción de unas arquerías en el costado norte que hasta tiempos bien recientes no se vio completada con la regularidad actual. Respecto a los edificios oficiales o institucionales, los incendios sufridos en la Guerra Civil, la posterior restauración, así como la sustitución de los viejos edificios ha hecho que prácticamente todos ellos hayan desaparecido. Las últimas casas más antiguas se derribaron hace dos décadas y en sus cimientos aparecieron los restos de murallas y otros elementos medievales.