El topónimo de este pueblo, como los de otros pueblos de la zona de Los Montes, refleja muy bien su historia de zona fronteriza prácticamente despoblada hasta los repartos de tierras que se hicieron entre los señores castellanos tras la conquista cristiana. El pueblo, con un trazado urbano casi ortogonal, se sitúa en medio del llano, a los pies del Cerro Mencal, que domina su paisaje. En su entorno encontramos algunos restos del bosque mediterráneo, representado en las grandes encinas que quedan aisladas entre los campos de cereales. El Cerro Mencal es refugio y lugar de cría para numerosas rapaces, entre las que destaca el búho real.